18/12/07

En Busca de Papa Noel


¿Qué hay Detrás de Esta Figura Misteriosa? ¿Es un personaje? ¿Es una Metáfora?” ¿Es un Principio? ¿Es Causal? ¿Es Transicional? ¿Es un Fenómeno Sistémico Emergente?
Al Final, Nos Atrevemos a Revelar Algunos de los Secretos de la Leyenda de Papá Noel.


Desde luego hay historias para todos los gustos. Es muy conocida la versión “neo-cínica” de la navidad que cuenta que una de las figuras más entrañables de la temporada festiva fue un invento de los tenderos y comerciantes de Nueva York al final del siglo XIX. Desde pequeño me resistí a creer esa patraña y, ya mayor y afincado en esta cultura posmoderna de "versiones diferentes" - pero no por eso menos definitivas - empecé a hacer pesquisas. El método fue sencillo: una sola pregunta planteada a diferentes personajes de sustratos muy diversos allá donde me desplazase a lo largo de los años – en los bares, cafés, salas de espera y demás lugares de reunión casual de esta arrítmica vida moderna.

La pregunta era "¿usté sabe el origen de papá Noel ?”

Hubo respuestas de todo tipo y deseché aquellos que tenían que ver con el norte, los sacos y las risas - que si renos que si trineo que si traje rojo pipa y barba. “Demasiado antropomórfico” pensaba. Pude recabar historias mucho más interesantes que eso. Aquí presento algunas de las más verosímiles. A mí todas me parecen plausibles y el lector tendrá que juzgar cuáles (o cual, ya que más de una historia verídica no puede haber) se ajustan de modo más certero a la realidad.

Versión uno. La obvia.

Aquella familia numerosa en vástagos y parca en palabras vivía en una romántica pobreza que sólo existe en algunas novelas y estampas nostálgicas. Para mayor efecto literario, la madre era tremendamente hermosa y extremadamente devota a sus hijos. El padre, en cambio, era evidentemente un estorbo - como uno de esos personajes secundarios que sabes, nada más verlos al comienzo de la película, van a desaparecer en breve - probablemente de una manera más bien desagradable.
El tercero - que no era estorbo pero sí daba cierta vida a la situación era un hombre interesante, vividor, inteligente, de buen ver aunque, por supuesto, con algunos defectos de carácter y imposiciones desdichadas del destino que le colocaban en una situación de cierta necesidad. En este caso, necesidad de relaciones. Perseguía a la madre quien, a su vez, respondiendo ambíguamente a sus avances le daba a entender que iba a seguir desdichada pero fiel a su esposo.
Sabiendo de su devoción a sus hijos el aspirante a amante urdió el no muy sorpresivo plan de hacerles regalos múltiples y maravillosos a cual más magnífico a cada uno de los adorados niños y así caer en gracia con su amada o, por lo menos, avanzar su posición. Aunque parcos en palabras, los niños eran niños y poco se les escapaba. Sabían algo de la situación de su madre y de su padre y de las intenciones del tercero al que conocían por el sencillo y algo siniestro apelativo de “El”.
De modo que era del todo lógico que cuando al entrar en el salón la mañana siguiente y descubrir allí puestos montones de juguetes, consolas, chucherías y demás delicias, ocurriera el diálogo siguiente.
Primer niño (entrando en escena frotándose los ojos con gesto de asombro): “¡Qué güay! Mira lo que nos ha comprado Papá!”
Segundo (y mayor) niño (o posiblemente niña): “No, tonto. Papá no – “El”.

Ahí lo tenemos. Con el paso del tiempo la expresión “Papá no – El” llegó a asociarse con la dadivosidad subrepticia y nocturna y al llegar la fechas señaladas de la visita de los Reyes Magos, la gente decía cosas como “a ver que “papanoelada” nos van a traer”. Claro está que la noción de “papanoelada” fácilmente da lugar a la plausible pero errónea noción de un personaje con ese nombre.


Versión dos. La bíblica.

Pocas personas saben de la visita de la Arca a las tierras europeas durante la gran inundación que siguió al gran diluvio. Tampoco saben que en las cumbres altas de los Alpes la lluvia del diluvio que caía, caía, como es lógico, en forma de nieve.
Después de la ventisca/chaparrón, salió un sol brillante cuyos rayos empezaba a tener el efecto sobre la nieve conocido por todo esquiador que haya esquiado en nieve "primavera". Los tripulantes del arca, hartos de tanto tiempo encerrados con animales por pares, se calzaban los esquíes con impaciencia, llenos de ganas de probar las pistas alpinas que salían del inmenso lago mundial y un breve atisbo de libertad.
El primero en saltar del arca no fue el patrón ni uno de sus hijos sino un conocido suyo no mencionado en la Biblia que se había metido de polizonte. Era amigo de los demás y trataba a todo mundo de tú a tú y por su nombre de pila.
Su decepción fue grande al encontrar, no la nieve polvo perfectamente esquiable que añoraba - sino algo que rápidamente se estaba convirtiendo en múltiples cuadales de granizado de barro.
Desde el arca el patrón le preguntó "¿qué calidad de nieve hay?". El otro, desdichado, respondió "papa, Noé."

En este - casi mitológico - cuento vemos el otro lado de la “Blanca Navidad”: cuando la nieve se vuelve acuosa y sucia. Inicialmente se empleaba la expresión “papa Noé” para expresar una gran decepción después de mucha emoción pero, como ocurre con cierta frecuencia en estos casos, al final se fue asociando más con el aspecto de emocionarse y, con el uso y la fricción de la significación llegó a referirse casi en exclusivo a un tipo de emoción o ganas impacientes – como las que sienten las personas honestas y trabajadoras al acercarse la época navideña.
Se acercan las navidades y la gente “siente que llega el “papanoé” como un subidón de impaciencia y añoranza.
Versión Tres. La bucólica y –curiosamente estival
Un viajero se interesaba por el uso que iba a darse al enorme cosecha de cereales que se recogía aquel verano en aquella zona donde estaba de visita. Parando a contemplar la escena de actividad, preguntó a uno de los que estaban trabajando en la recolecta, " dígame, toda esta cebada que están recogiendo ustedes ¿es para cerveza?, ¿es para pienso?” el otro le respondió "efectivamente pa’ pan no e’.”

No del pan solo vive el hombre – ni la mujer. En navidades pensamos en más que el uso normal y consuetudinario de las cosas. “Para pan no es” o “papannoé” llegó a ser una expresión que hacia referencia a la diversidad de usos, a la pluralidad de provechos y al gloriosa, festejosa creatividad que puede sobrevenirnos es esta fechas – o en otras cualesquiera ya que estamos. Una vez más, con las navidades llega el “papannoé” – por los tejados, por las chimeneas…

En fin - tres versiones. Hay muchas más. Algunas incluyen patatas (o papas) y la negación. El deje andaluz figura con frecuencia y, en una versión, el pueblo de Huesca de nombre Pano. Incluso hay una versión argentina que incluye la negación de las enormes estepas tan emblemáticas de ese país Una de mis favoritas habla del alcahuete o organizador de matrimonios en una zona donde el término popular para referirse al acto de emparejar era “apar”. Para aparnos él o –más rápidamente – “Pa’ apa’no’ él” decía la gente cuando se le preguntaba quién iba a hacer o quien era el mejor realizando estos oficios. De ahí que el término se relaciona con las relaciones familiares y juntarse para (lo que puede parecer) una eternidad.

De modo que sigue siendo un misterio. ¿Qué significa realmente Papá Noel? ¿Comercio?, ¿generosidad interesada?, ¿perspicacia infantil?, ¿emoción y, posiblemente, decepción? ¿celebración de proceso y creatividad? ¿relaciones familiares y amistosas? Cómo se debe escribir?

Sea como sea te deseo

Felices y fascinantes fiestas y un año lleno de curiosidad e ideas nuevas y ganas y generosidad y no estaría