27/11/13

Pues eso, ¿por qué modelo? y ¿por qué sigo modelando?

Hace ya 20 años que conocí por primera vez al creador de Developmental Behavioural Modelling (DBM ®), John McWhirter (curiosamente por recomendación directa de Richard Bandler) y realicé mi primer seminario de formación en una aplicación de DBM ®. Desde entonces, utilizo esta metodología constantemente – en casi todo lo que hago profesionalmente. Se ha convertido para mi en un “approach to life”: una manera de aproximarme a la vida. 

Hay que reconocer que la propia existencia del campo es, en si, un logro insólito, un tributo en vivo al tesón, a la creatividad, a la inteligencia y la pura capacidad de trabajo del propio McWhirter

En todo este tiempo que llevo estudiando y haciendo uso de esta metodología, no he terminado de aprenderlo ni tampoco ha terminado de crecer y desarrollarse el propio campo. De hecho el campo ha crecido mucho más rápidamente que mi capacidad de mantenerme al día. Son 20 años. ¿Por qué lo hago? ¿Por qué lo sigo haciendo? ¿Falta de iniciativa? ¿Falta de exploración? ¿No me muevo con los tiempos? ¿Es una secta? ¿Me he vuelto adicto? ¿Soy conservador: me gustan las rutinas y más de lo mismo? ¿Es la panacea? ¿Me pagan por hacerlo? ¿No tengo mejor cosa que hacer? ¿Estoy pirado? ¿Me va la marcha masoquista? ¿No lo termino de aprender?

Puedo decir más o menos tajantemente
que no a todo ello. Menos lo último. Desde luego que no lo he terminado de aprender.  Ni preveo hacerlo afortunadamente - siempre hay más.

¿Pero entonces por qué?, ¿por qué modelo? ¿Por qué sigo modelando?

Modelar es la actividad humana básica por antonomasia y por excelencia.

La primera respuesta es posiblemente la más fácil y, a la vez, la más sorprendente. Modelo porque no tengo más remedio. Igual que mis amigos, mis enemigos, el presidente del gobierno, los ex-presidentes del gobierno, los futuros presidentes del gobierno de este y cualquier otro país, el lector de este artículo, la última persona con la que hablaste, Justin Bieber y J.K. Rowling (pero no Harry Potter porque no existe) y cualquier otra persona que no esté gravemente lesionada o en estado de coma, yo modelo. Y modelo porque modelar es lo que hacemos los seres humanos.

Digo que es sorprendente la respuesta porque muchas personas tienen la idea de “modelar” o “crear modelos” como algo que tiene que ver con diagramas de flujo, operaciones matemáticas y, por supuesto, ordenadores y “TICS".

Algunos ejemplos:
  • Hace poco hice un MOOC (“curso masivo abierto y on-line”) que tenía por nombre “Model Thinking” (pensar en modelos) en el que un profesor de alguna universidad americana (no me acuerdo cual) de nombre “Scott” (o quizá “Gene”) habló muy entusiasmado de la sociología y las económicas conductuales (behavioural economics) y como “pensar en modelos” puede ayudarnos a todos a ser mejores ciudadanos. 
  • Hace un poco más leí un libro muy interesante sobre el uso de una serie de distinciones llamada el “modelo canvas” para crear “modelos de negocio” o “modelos de empresa”.
  • Periodistas y políticos hablan constantemente de modelos de gobierno o modelos macroeconómicos. 
  • El psicólogo Bandura habla de “modelar” en el sentido de copiar a otros seres humanos y en la PNL tradicional también se habla de modelar en el sentido de imitar o intentar imitar a alguien que presenta un “modelo de excelencia” (un sentido de la amplitud de tipos de modelar aquí)

Y no es que sean usos equivocados del término si no que son, todos ellos, ejemplos de un proceso mucho más amplio que es sencilla y llanamente el de dar sentido al mundo en que vivimos - incluido el dar sentido a nosotros mismos.

Muchas personas que empiezan a formarse conmigo hacen uso del término “modelar” como algo que se puede hacer o no hacer, como esquiar, hacer la compra o ecuaciones cuadráticas. Pero modelar no es algo que elijamos hacer. Ser humano es ser modelador queriendo o sin querer, sabiendo o - lo que es más frecuente - sin saber.

Modelar es, pues, el proceso humano por antonomasia y por excelencia. No se puede elegir si modelar o no. Sin embargo lo que sí se puede elegir es cómo lo hacemos. Es decir que podemos hacer mejor o peor o, lo que es más importante, hacerlo con mayor o menor habilidad. Y lo lógico es que queramos hacerlo, vamos, digo yo.

Es decir que siendo el modelar – o el dar sentido a lo que hacemos y a lo que somos – una de las actividades que nos definen como humanos, es de pura lógica que yo - y cualquier otro - siendo, como somos, humanos queramos saber hacerlo bien. Y cuánto mejor, pues eso, ¡mejor! De hecho ser mejor persona, profesional, padre, amigo, amante o deportista - todos ellos ambiciones muy legítimas - palidecen en comparación. Porque saber modelar mejor necesariamente nos va a ayudar en todo lo demás. ¿En todo? Pues si, en todo. Parecería de idiotas no querer hacerlo. ¿Por qué, entonces, no lo hace más gente? ¿Acaso son idiotas? ¿No se han enterado?

Bueno idiotas, idiotas lo que se dice idiotas, no son - claro está. Y eso por varios motivos. Primero, la propia omnipresencia del modelar. Está en todas partes. Cualquier concepto, teoría, noción o idea acerca de cómo funcionas y cómo funcionan las cosas es un modelo y el resultado de modelar. También lo es cualquier habilidad, técnica, procedimiento o capacidad de hacer cualquier cosa de forma mínimamente organizada y que incluya un mínimo de variación (es decir no solo hacer empresas, tratar a enfermos, o diseñar edificios sino también hacer la compra, conducir, lavarte los dientes y vestirte). Es algo que haces naturalmente como cualquier hijo/ a de vecino/a. Somos todos modeladores naturales o, mejor dicho naturalísticos.

También tendremos (por lo menos los que hemos recibido educación formal) modelos formales de algunas cosas: disciplinas académicas como la física, química, matemáticas, ingeniería; modelos profesionales de la práctica de la abogacía, arquitectura, la gestión de empresas; modelos más o menos formales de algunos deportes.

Y allí se suele dejar la cosa. Tenemos cosas que naturalmente hemos aprendido y cosas que nos han enseñado formalmente y también disponemos de la posibilidad, por supuesto, de seguir modelando naturalmente (aunque esta capacidad suele caer en picado a partir de la adultez) y de buscar instrucción formal en alguna disciplina añadida (esta es la propuesta del “life long learning” y, desde luego, su utilidad tiene).

Asi que somos todos modeladores naturales y naturalísticos y además con acceso a diferentes modelos formales. Es decir que la actividad de modelar está por doquier como el aire que respiramos o las bacterias que cohabitan nuestros cuerpos. Tan presente y familiar que resulta invisible. Como dijo Conan Doyle a través de su famoso personaje detectivesco, Sherlock Holmes “pasamos por alto lo obvio”.

Y al margen de este  efecto de desaparición por lo familiar, parece muy difícil que una actividad tan amplia pueda estar recogida en una sola disciplina. Y además ¡qué disciplina! Cubre mucho más que la historia medieval desde luego. Por otra parte, nadie está muy preparado para entender que exista tal disciplina. Somos más bien conservadores en este sentido. Una cosa es que emerjan nuevas disciplinas tecnológicas a medida que vayamos pudiendo medir más y llegar más lejos o que haya nuevas subdivisiones e incluso mestizajes entre disciplinas ya existentes. Pero ¿un campo que empieza siendo metodología? Esto si que no tiene precedentes. Incluso las personas que nos formamos en ello tardamos en descubrir todas las posibilidades que brinda.

Modelar (DBM) es la Disciplina por Excelencia

Pero resulta que sí que existe (y que lleva unas décadas desarrollándose) una disciplina formal que estudia todas las diferentes maneras en las que modelamos y que es, además, totalmente “state of the art” (supongo que “puntero” sería la mejor traducción) y científico. Sin ser académico e intelectual es altamente riguroso y es un campo que tiene el potencial de unificar muchas (por no decir todas) diferentes disciplinas. Es, además, muy práctico y (como es lógico) muy aplicable. Y tuve la muy buena suerte de descubrirlo en el 93.

Modelar Facilita la Manera Más Efectiva 

¿Y el por qué lo uso? Principalmente porque - una de dos – o representa la manera más efectiva de hacer alg,  porque ya hay una aplicación diseñada como es el caso del “changework” (es decir facilitar, promover o directamente producir el cambio en las personas y organizaciones) o si no, representa la manera más efectiva de organizarse para descubrirlo.

Más adelante hablaré en más detalle de ello. 

Nota: Una descripción de DBM por su creador John McWhirter

6 comentarios:

Anónimo dijo...


Muy buena entrada, Tim.

Al hilo de las distintas comprensiones que se hacen del término “modelar”, recuerdo una anécdota que me hizo bastante gracia en aquél momento.

Comiendo con los auditores que vienen periódicamente a mi empresa, les conté que iba a hacer un curso de DBM (no recuerdo si era el Systemic Consultancy, o el Máster de Valencia). “¿Qué es DBM?”, me preguntaron. Y yo expliqué, posiblemente con la boca medio llena a ratos, que trataba de cómo construimos modelos del mundo que nos rodea, bla, bla, bla, diferentes ámbitos, bla, bla, bla, herramientas para mejorar la comprensión de comportamientos individuales, bla, bla, bla, modelar formalmente, bla, bla, bla, hacer mejores predicciones, bla, bla, bla.

Supe inmediatamente que no lo había explicado muy bien cuando su pregunta siguiente fue: “¿Y cómo se mete todo eso en Excel?”

Saludos,
Raúl

Tim Ingarfield dijo...

Hola Raúl

Lol (o quizás lmao).
Aunque supongo que la contestación literal sería
"de forma muy resumida".
Encantado de saludarte. Gracias por tu comentario.

Saludos
Tim

Anónimo dijo...

Amigo Tim, excelente artículo. Las dos preguntas juntas tienen una gran potencia; ¿por qué hago lo que hago? y ¿por qué sigo haciendo lo que hago? La sucesión de ambas preguntas es atemporal y su planteamiento abierto nos sitúa junto a los pensadores interesados en su propia actuación personal, desde los presocráticos hasta los que puedan surgir en el siglo XXV.

Son muy interesantes, precisas y didácticas las respuestas que aportas en el artículo y desde tu sensibilidad logran conectar muy bien con el sentir explorador y debemero que nos has despertado, removiendo nuestros interiores.

Yo también he entrado a la provocación de ambas preguntas ¿por qué hago lo que hago y ¿por qué lo sigo haciendo? Las respuestas son muy amplias y personales, como para exponerlas ahora en un espacio como este. Sin embargo, me llevan a varias conclusiones:

Es muy importante hacérselas cada x tiempo, para recuperar el sentido de realidad. Son un buen principio de autoaceptación y Autoconocimiento.

Uno hace lo que hace y lo sigue haciendo, por múltiples motivos, propios y ajenos, en la búsqueda de Eros y Gnosos (satisfacción y conocimiento). En definitiva, por VIVIR (así, con mayúsculas)

Un abrazo,

José Luis Ojembarrena

Tim Ingarfield dijo...

Hola Josetxu

Muchas gracias por tu comentario.
Estoy muy de acuerdo contigo.

Resulta fascinante que eso de preguntar "por qué" está (¡todavía!) proscrita por parte de diferentes grupos y "escuelas".

La equivalencia que haces entre Eros y "satisfacción" me resulta muy interesante. Yo siempre lo había considerado como equivalente al deseo y por tanto más relacionado con la manera de buscar más que lo que se busca.

No sé si esto es el resultado de leer demasiados mitos y cuentos y poemas inspirados en ellos de pequeño pero creo que llegué a asociar la unión de Eros y Psique con "buscar" y el nacimiento de Hedone con "satisfacción".

Cuestionarlo resulta interesante.

Un abrazo
Tim




Anónimo dijo...

Aunque nuestras calvicies se siguen acercando (léase, seguimos recorriendo nuestra línea de tiempo), te sigo siguiendo.

Leer este artículo y repensar lo que vimos en el curso es un (otro) desafío nuevo.

Creo que la gente huye de su propia autoconsciencia. Probablemente algunos no hagan mal (digo, por lo que pueda ver en su interior...), pero creo que es un camino interesante, al que sin embargo hay que aproximarse con más humildad de la que al principio pensamos. Al menos en mi caso ha sido así.

Para modelar de manera consciente, hay que ser autoconsciente y no tener miedo de ti mismo.

Toma!!! lo que me ha salido.

Un saludo, Antoine

Tim Ingarfield dijo...

Hola Antoine! Me alegra mucho saber de ti. ¿Cómo te van las cosas?
Con tu apreciación de la humildad estoy totalmente de acuerdo - la arrogancia entorpece mucho.
Por lo que comentas del miedo a la auto-consciencia dirá que el miedo del que hablas quizá se deba a no disponer de una forma sistemática de desarrollarla y acaba siendo más miedo a la idea de hacerlo (y por tanto a las propias fantasias) que a la realidad de la cosa. "Adentrarse con éxito en lo desconocido" en la memorable frase de John McWhirter, creo que es una cuestión sobre todo de disponer de las distinciones apropiadas y tomar el tiempo (¡y esfuerzo!) de hacerlo. El resultado es altamente agradecido - poder estar más en el mundo y disponer más de ello.
Saludos calvos!
Tim